Mi aventura con el médico

Mi aventura con el médico

Soy delgada, blanca, con senos pequeños pero trasero muy grande. Tengo 30 años de edad, pero luzco de 20. Había logrado algunas visitas con el oftalmólogo por mi necesitad de lentes.

Siempre tuve en mi mente que el médico era un hombre muy guapo y maduro, de unos 45 años de edad, 180 cm de estatura, piel morena clara, con bigote, con sus zapatos siempre limpios y camisita planchada.

Recuerdo que un día me lo encontré saliendo del cine con su esposa y desde ese momento quise sentirlo dentro de mí.

A los días siguientes fui a verlo porque según él, yo necesitaba otro examen. Asistí con minifalda con toda la intención de provocarlo. Yo me apoyaba en el mostrador, me empinaba para que él pudiera percibir mi tanga roja a través de los espejos de su consultorio. ¡Lo logré! Me di cuenta que me vio. Yo me hice la bobita, bajándome la falda con gran disimulo. Me giré con una sonrisa muy traviesa. Al salir de ahí, recibí un mensaje que me notificaba que él necesitaba conocer unos datos. Le dije: “okay, nos vemos mañana. Es una cita.” Al otro día, me puse minifalda, top casi transparente y tenis casuales. Cuando abordé el auto, abrí las piernas para que notara lo mojada que tenía la tanga. No demoró en proponerme ir a otro lugar. Enseguida le dije sí. 

Subía las escaleras del motel, cuando sentí que se botó tras de mí y me levantó la minifalda para palparme y sentir lo tan mojada que me encontraba. 
Me giré, me trepé en sus hombros y crucé mis piernas en su cintura, mientras lo besaba intensamente. Me subió cargada. Yo sólo sintiendo su rico pipí muy duro debajo de su pantalón. Él simplemente se bajó el cierre, apartó a un lado mi tanguita y me la metió toda. Hice un quejido de placer infinito, estaba tan mojada y él la tenía tan dura que sólo me decía:
“Estás bien apretadita, mami”. “Estás tan rica” “Déjame metértela muchas veces más, por favor.... ush, ¿sí? Déjame....” Yo respondía sí, una y otra vez. Me recostó en la cama y se bajó a chuparme la vagina. Inició sobre mi tanga, la volvió a apartar y sentí como me metía toda su lengua. Yo estaba gimiendo como desquiciada, me daba mordidas que hicieron que yo me viniera en segundos . Lo hice en su boquita, tenía todo mi jugo en su lengua y lo disfrutaba mucho, estaba tan mojada, subió y comenzó a besarme y me dijo: “Es mi turno. ¿En dónde quieres que te deje mi leche? ¿En dónde te la echo, mamacita?” Le dije: “Adentro, la quiero toda adentro por favor, échamela toda adentro”. No tardó en metérmela y yo la sentía hasta adentro, me tomó de la cintura y me movía tan rico en su verga que se vino muy rápido. Sentí el chorro de su leche calientita dentro de mí y gemía tan rico que eso me puso más caliente, así que me subí en su verga que aún palpitando de lo caliente y dura que estaba, comencé a brincar sobre ella. Entraba y salía bien delicioso cuando sentí que me estaba viniendo de nuevo. En ese momento él comenzó a chupar mis tetas sobre la ropa. Entonces desesperadamente gritó: “Me voy a venir de nuevo, me voy a venir de nuevo” y sentí otra vez lo caliente de su semen. Terminamos rendidos en la cama y sólo rogamos por vernos otra vez.

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