Orgía en el centro

Orgía en el centro

Se conocieron en una red social.
Ella de piel morena de ojos castaños y de mediana edad.
Él de nombre David. Un hombre de estatura alta, de piel blanca y gerente de un gimnasio.

Brenda con 35 años y nunca había tenido una relación larga.
Estaba pasando una etapa complicada en la que deseaba conocer a alguien con quien compartir experiencias y complicidad. David era un chico muy activo, en aquella época tenia una relación estable. Se había registrado en ese perfil, meses antes y había entrado por casualidad aquel domingo. Por razones del destino se encontraron a la misma hora y en el mismo chat. Brenda le dio like y hicieron boom!

Ella inició a hablar.
Y es que lo tenía definido: llevaba mucho tiempo sin follar que lo que buscaba era placer.
Ya no quería esperar más. David jugaba. Le parecía divertida la conversación y decidió seguirla como quien no quiere la cosa. (En el fondo le gustaba como hablaba ella abiertamente de sexo).

Ella le propuso verse y tener un encuentro pero David le daba largas. Él no estaba interesado. Tenía una relación que no quería perder. Ese día acabó la conversación y murió la cosa.

Lo que no sabía Brenda es que David no dejaba de darle vueltas a aquella conversación, por más que lo evitara todas las noche se ponía caliente pensando en la propuesta de Brenda.
Tres semanas después, David se volvió a conectar y allí estaba ella. Esta vez fue David quien le habló. Hizo un comentario sobre el vestido de la foto de Brenda, sólo para llamar su atención. Siguieron hablando durante un buen rato y finalmente decidieron quedar para conocerse.

Eran las 2:00 p. m. Brenda se encontraba en la barra de un bar del centro de la ciudad cuando entró David. Era mucho más guapo de lo que ella se imaginaba. Tenía una sonrisa perfecta y Brenda no paraba de reírse con él. Hacía demasiado calor, acababa de entrar un señor de unos 50 años y se sentó en una mesa cerca de ellos a leer el periódico.

Brenda al verlo se acercó a David y susurrándole al oído le preguntó si le apetecía jugar un rato.  David se sonrojó porque ya sabía por dónde quería tirar Brenda, aceptó el juego tímidamente y Brenda le volvió a susurrar en el oído, esta vez para decirle que no llevaba calzones. David se revolvió en el asiento y le pidió que continuara. Brenda le propuso que le tocara debajo del vestido “allí”. Ella de pie apoyada en la barra del bar y él sentado tomando un café mientras la mesera veía televisión. David no se movió, deslizó su mano derecha debajo del vestido de Brenda hasta rozar su culo. Se giró hacia David y se aseguró que el hombre de aquella mesa viese con claridad la escena. David se sorprendió y siguió con el juego, empezó a deslizar su indice y pulgar en la entrepierna de Brenda, estaba muy mojada. Ella abrió ligeramente las piernas mientras mordía el labio de placer. Se giró y vio que el señor les miraba, le sonrió mientras hacía movimientos hacia adelante y hacia atrás siguiendo la mano de David. 
Brenda empezaba a sentir calor subiendo por su cuerpo, estaba ceca de venirse, así que agarró la mano de David y la apartó, respiró profundo, lo miró, dirigió su mirada al señor y con un giro de cabeza le invitó a acercarse a la barra. El señor lo dudó un breve instante, pero al final decidió acercarse. Le pidió a la mesera una cerveza y se quedó cerca de ellos. La mesera sirvió la cerveza y ya el señor tenía su mano subiendo por las piernas de Brenda. Ella lo acarició para intentar no llamar mucho la atención. La mesera ni se daba por enterada de lo sucedido, continuó limpiando las mesas. El señor aprovechó para deslizar sus dedos entre las piernas de Brenda. Quien estaba muy mojada, notó aquellos dedos gordos y calientes  en su vagina y dio un leve gemido. El señor siguió el baiben de movimientos hasta que en uno de ellos hizo pinza con el dedo índice y pulgar, y le agarró el clitoris. Brenda dio un gemido y la mesera se giró. Brenda para disimular lo que estaba ocurriendo, besó a David. 

De pronto notó un dedo gordito y blando entrando en su vagina y al poco dos dedos, Brenda empezó a mover sus caderas ligeramente. ¡La estaba follando con los dedos! Y ella se moría de placer. Se vino mordiendo el brazo de David que la sujetaba mientras por detrás aquel hombre la embestía con sus dedos. Una vez que terminó, retiró su mano y siguió bebiendo su cerveza mientras Brenda y David abandonaban el bar despidiéndose uno del otro en la puerta...

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